29.10.10

Pisé una baldosa floja

Mirá, a mí el frío me gusta, modificar canciones me gusta, pero ese silencio...
Me canso de escucharte respirar y de verte caminar hasta la mitad de la calle.
Me molesta no saber qué cantarte, que me pidas explicaciones y no poder dártelas,
que me zumben los oídos y el corazón me retumbe tras la fotografía moviéndose,
pedirte que pares, pegarte, perder un llavero mientras caminás.
Me quedo anonadada ante la invitación al beso, el tiempo no alcanza, me muerdo las uñas.
Un mundo-pavo-real que no quiero ver se despliega, junto con él las luces de los postes
y un brillo irritante que no me deja verte ni siquiera entornando los ojos.
¡Eso! Entornar los ojos: ¿por qué me sacás ese verde esmeralda del alcance?
No me analices, tengo pie pequeño, el jean mojado, las llaves me cuelgan del cuello.
No, no tengo pañuelo, no tengo plata, solamente un paquete de chicles.
Llegué a la conclusión (de la domesticación)
de que sos una luciérnaga.
Y yo una maldita lámpara ángel que no sabe lo que no se toca.
Pero vos sos tacto propio, la caricia eterna, las pestañas formando un arco perfecto.
Sos una luciérnaga, mi jean está mojado, no entornes los ojos, no me invites al beso,
porque te voy a quemar.



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