29.10.10

Pisé una baldosa floja

Mirá, a mí el frío me gusta, modificar canciones me gusta, pero ese silencio...
Me canso de escucharte respirar y de verte caminar hasta la mitad de la calle.
Me molesta no saber qué cantarte, que me pidas explicaciones y no poder dártelas,
que me zumben los oídos y el corazón me retumbe tras la fotografía moviéndose,
pedirte que pares, pegarte, perder un llavero mientras caminás.
Me quedo anonadada ante la invitación al beso, el tiempo no alcanza, me muerdo las uñas.
Un mundo-pavo-real que no quiero ver se despliega, junto con él las luces de los postes
y un brillo irritante que no me deja verte ni siquiera entornando los ojos.
¡Eso! Entornar los ojos: ¿por qué me sacás ese verde esmeralda del alcance?
No me analices, tengo pie pequeño, el jean mojado, las llaves me cuelgan del cuello.
No, no tengo pañuelo, no tengo plata, solamente un paquete de chicles.
Llegué a la conclusión (de la domesticación)
de que sos una luciérnaga.
Y yo una maldita lámpara ángel que no sabe lo que no se toca.
Pero vos sos tacto propio, la caricia eterna, las pestañas formando un arco perfecto.
Sos una luciérnaga, mi jean está mojado, no entornes los ojos, no me invites al beso,
porque te voy a quemar.



22.10.10

Which bus do you take?

Me duelen los pies, me duele el pelo, lo siento peluca.
La ropa me molesta, hace calor y hace frío.
Me apoyo en la pared, miro ambos lados.
Pasan dos chicles y medio y pum: ahí estás.
Tu rojo y tu pálido, tu bordado sangre.
Te entristece la idea de que no haya refugio en el cielo al morir.
Me preguntás mis estados, me enojo ante el ruido,
me choca la urbanidad y el espacio.
Indumentaria predecible,
voz predecible,
ojos que me buscan,
manos que me encuentran.
Y una sonrisa preciosa al verme llegar.




15.10.10

Tiempo.

Bravo, bravo Hiena. Sos identificable. Por tu rojo y tu pálido.
Di la vuelta; vos dabas vuelta las monedas.
"Yo me río todo el tiempo"
Qué poder tenés en esas manos.
Mirás absorto cómo se mueven las cosas a tu alrededor.
Y quieta, con las manos en los bolsillos, mirándote y mirando el cielo,
comiendo una pastilla de menta,
haciendo la cuenta regresiva,
rogando que no te vayas,
estoy yo.
Y te me acercás.
Y me volví a perder.
Porque te subiste y las monedas dejaron de girar entre tus dedos.




8.10.10

Silencio.

Nostalgia. Manos a los bolsillos. Un paso tras otro. Balanceo al esperar. Banda elástica. Ruido nasal. Desinterés. El mundo abre sus telones y me dejan ver(te).
Pero, ¿cómo hacer para verte si estás mucho más lejos?
Hay un auto que pasa y me da frío. Me saco el morral y amenazo con golpearte. Pero vos no te das cuenta, vas más adelante. Y te miro y te inspecciono. Y busco eso que antes estaba. Y te reís de costado, y me decís algo que verifica muchas cosas. Te contesto. Te das vuelta.
¿Vas a entrar? (me muevo) Eso es un sí.
Otra vez hacés ruido, ruido que yo no sé.
-¿Tenés hora?
-Sí.
Más ruido. Volvés:
-¿Hora?
-Siete menos veinticinco.
Más ruido. Cerrás la puerta. Me doy cuenta porque lo escucho y veo el contorno de la luz en el piso. Me pongo a leer en susurros. Historias, poemitas, que en realidad ya me los sé. Me colecciono las palabras y cantarte alguna que otra canción. Tu gato siamés se me enreda entre las piernas.
Salís. Estás cambiado. Y te veo tobilleras. Te vas, volvés, me ofrecés papeles.
-¿Pasás por ahí?
-No, voy a atravesar la pared. No, no paso por ahí.
-¿La abrís?
Forcejeo con los pies, tengo las manos en los bolsillos. Triunfo.
-Subí.
Lo hago.
-Ahora bajá.
Lo hago.
-Caminá.
Lo hago.
-Está bien. Está bien, ¿no?
No contesto.
-¿No? -Insistís.
-No. No está bien.
Silencio. Me muevo.
-Vos no estás bien.
Me voy.
Te quedás atrás.
-Está abierto.
Me doy vuelta.
-Está abierto.
Abro la puerta con brutalidad.
-Gracias.
Camino. Te veo acomodar los papeles. Me detengo ante una puerta. Le saco una foto. Mientras tanto, uno de los papeles se te vuela. Seguimos.
-¿Hoy es viernes?
-No.
-¿No?
-No.
-¿Y qué día es?
-...No sé.
Dudás, movés los labios pero no decís nada. Volvés para atrás. Te sigo. Estás por cruzar. Te grito:
-Es viernes.
-¿Segura?
-Sí. Viernes, Robinson Crusoe, Friday.
-¿Quién es Robinson Crusoe?
-Un tipo que se quedó en una isla. Conoció a un indio y le puso Viernes. Bah, supongo que Friday.
Caminamos. Seguimos.
-¿Segura que es viernes?
-Sí... mi sentido arácnido no falla.
Pasa caminando una mina:
-Disculpá... ¿hoy es viernes?
Te contesta con cara de "Obvio, pendejo."
-Bueh.
Me río. Me preguntás (o no).
-No te haré reír pero al menos te creés mis mentiras.
Caminamos. Te pregunto:
-¿Adónde se va la gente cuando se tiene que ir?
-A buscar.
-¿Qué?
-Cosas.
Veo dos chabones abrazados. Me surge cantar:
"Love is in the air. Everywhere i look around. (Improviso:) Love is everywhere. Anywhere but in your mind..." Te miro. No te das cuenta.
-¿Vos vas a buscar algo?
-Sí.
-¿Qué cosa?
-...Conocimiento.
-¿Vas a un kibbutz?
-No.
-¿Vas a nadar en un diccionario?
-No sé nadar.
-¿Vas a tragarte una enciclopedia?
-No creo. ¿Te digo adónde voy?
(Asiento)
-¿Te digo?
-Sí, nene.
[...]
-¿A eso? Qué aburrido.
Te tenés que ir.
-Saludame.
Me voy, corro las sillas de unas mesas que están en la vereda. Me voy. Me voy y me pierdo. Otro día, otra vez, ¿será posible? El único.
Mañana se muere todo. Y vuelve a empezar de nuevo. Que sea un día común para vos.





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1.10.10

Cultivo

Es tan extraño, tan fascinante, tan hermoso. Me gusta el caminar. Pero no tengo palabras. Y quizás fueron los deseos que nacieron y (no) murieron al esperar. Y mi impaciencia, mis ideas, mi silencio y el tuyo. Pero fue instantáneo y lento a la vez. Y quizás tendría que haber hecho algo que sí, y algo que no; terminando en un pasillo no muy extenso. Pero mantenés los ojos, y eso está bueno. Algún día, quizás un viernes por la tarde, cuando se mueren los soles y reinan las nubes y luces estrambóticas y se coordina con los pasos, los latidos, las palabras, las manos, los brazos, el cuerpo, la boca, los pensamientos; te vas a dar cuenta de eso. De lo lindo, de la belleza que se irradia cuando la gente nos mira. Ser así, como yo quiero. Y nunca vas a ser así, porque sos asá, y eso no lo... no se puede cambiar. Pero me gusta todo eso, me gusta la irreversibilidad, la elocuencia, la casa, el ruido, la charla entre paredes y los ojos. Y vos.
Y lo que más me gusta..., lo que más me gusta... es que sos irresistiblemente impredecible.