30.9.12

Recreo 8

Está bien que la puerta medio se cierre, como el cuerpo, por qué no.
Yo me había cansado de los malabares en los que se mecían nuestras condiciones, yo me había cansado.
Aunque existe algo que odio en verdad, existe, es real, y supera toda superstición divina.

Me hubiese encantado que el blues... no.
Me llena la presencia.
Sombras y nubes, el frío.
Lenta, tomo asiento.

Autobús... no.
Agujeros en su saco. Hay un sitio a mi lado.
Se acomoda, lento.
Me pregunta qué hora es y yo no sé contestarle...
Si las seis y veinticuatro o la hora de que nos besemos.
Era casi lo justo mirar el reloj. Fue eso.
Manchas de pintura en su pantalón (por favor, besémonos)

Estaba... no.
Le elogié el atuendo, sonriendo.
Me agradeció y relató el hecho de que "muchos no comprenden, no aceptan, critican"
Yo comprendía, y muy bien.
Yo sólo quería sentir la suavidad de sus pómulos y contrastar con la barba.
Yo sólo quería tomarlo del brazo y que la lluvia significara otra cosa:
el amor que de repente nos teníamos, la cuidad, su perfume, los nudillos rosados.

En el trayecto... no.
Le dije que me gustaba su estilo y hasta le inventé una vida, a ver qué acertaba.
Se rió mucho (por favor, besémonos
y que el viaje dure para siempre).
Adiviné un par de cosas y me contó el resto.

Al final... no.
Me preguntó por mí, mis cosas, mi ropa, mi mano hábil.
Yo le conté lo menos importante.
Afuera llovía como nunca, como si el cielo
quisiera besar la tierra;
como quería besarlo yo a él, que el viaje dure...
No íbamos al mismo lugar.

Cosas que irrealmente pasan; del amor a la rima.
Pero mi tiempo era eterno.
Él iba a su casa, a descansar.
Yo quería descansar sobre él.
Al tiempo se bajó,
del amor a la rima,
de la rima al deseo,
del deseo a la nube que se esfuma,
el sueño.

25.9.12

Númeroshow

La gracia estaba en darse vuelta y descubrir que allá atrás,
no había nadie.

La gracia eras vos, riéndote de la mugre de mis bolsillos,
sintiéndote igual.

Lejos, a lo mejor. Ir a lo mejor, es decir, encaminarse a lo mejor, a lo que es mejor.
Porque lejos, estábamos mejor.

Sintiéndonos igual,
la fragancia de la carta que nunca abrí inunda las letras y las borró...
¿Me habías dicho algo importante? ¿Me querías, entonces?
¿Nos quisimos, entonces?
¿Nos quisimos?

Porque yo me di vuelta y descubrí
que no había nadie.

Al volver los ojos, se reposaron
finalmente
en hombres robustos comiendo panchos.
Y eso era la gracia.
Respirar profundo y olvidar...

Ah, y atrás venías vos, que llegabas tarde.

24.9.12

Recreo 6

She stripped down and smiled at me.
Her bones were inflamed by the wrong sparks.
She undressed with the grace no one else has ever learnt.
She looked at her reflection and cried her heart out.
Why is that, my love? Why?
How come we do not touch, how come we never smile?
The joke is lacking punchlines, the scar reveals the stolen life.
And the pain...
She stared at me, seeking desire.
Seeking the passion no one ever gave her.
As she bared and her eyes turned gray
she smiled at me.
In her pupils I saw
All rotten days and rancid thoughts
flooded by the bitter tears.
She smiled at me.
She stripped down
and smiled at me.

And I smiled back.

22.9.12

Historia 2 - I



Con Hugo siempre íbamos a emborracharnos en un bar puro reggae. Lo gracioso era que con el tiempo, a los dos nos empezó a molestar esa música, las formas que materializaba en nuestras mentes eran muy amorfas, o se volvían una mina que estaba re buena y con la que había que saciar la libido en el baño. Lo malo es que con los estupefacientes esa mina parecía real y estaba ahí, haciéndonos una paja. Lo malo es que con Hugo siempre íbamos a degradar nuestro espíritu en un bar puro reggae.
Ya teníamos planeado el viaje y los negocios y la plata. Ya teníamos planeado todo. Su auto, él, yo, un bolsito cada uno, lo absurdamente prohibido en otro bolso y la alegría bohemia de sentir el viento en la cara bien latentes en nuestro cerebro. Ese marzo aparecieron Rudy y Ernesto, dos amigos que inevitablemente terminarían de novios y junto con ellos, apareció la rutina amplificada. El bar puro reggae se volvió nuestra base militar, después iríamos a la casa de Ernesto a discutir sobre cosas que en verdad no nos preocupaban; leer filosofía y cosas que sólo haría el Club de la Serpiente. Pero nosotros éramos más amateur y poco creíbles. Porque terminábamos la noche durmiendo en lugares aleatorios o amaneciendo en el balcón que daba directo a Gurruchaga, tomando café o mate o esas cosas. El viaje seguía planeado.
Una noche lo comentamos, entre cerveza y puchos y política. Una noche salió, el tema, lo dijimos tranquilos y al mismo tiempo, acelerados. Porque el plan era una prioridad. Y el plan era el viaje. Entonces/por lo tanto/ergo, el viaje era una prioridad. Lo comentamos esa noche y antes que se genere algún silencio que nos hiciera pasar a otro tema, vino la frase que nos esperábamos y que de alguna forma, queríamos oír.
-¿Van ustedes solos?
Y así, Rudy y Ernesto se sumaron a la prioridad, al plan, al viaje. Fue mucho más sencillo por temas económicos, los dos tenían un trabajo de detestaban pero les daba un sueldo fijo y la suma de dinero era razonable. Solamente fue cuestión de paciencia y conciencia. Vamos, eh, paciencia y conciencia que en unos meses nos vamos. Fue así, la amistad se reforzó muchísimo, ya éramos cuatro y había una chica en el grupo. La ruina, más o menos…
Fue entonces que la vi: abrigada hasta la médula, la nariz rosada sobre una bufanda verde que le tapaba la boca. La mano que asomaba por manga del gabán bordó era pequeña y huesuda, las uñas cortilargas, nudillos limpios con la marca del borde del bolsillo. Se rascó la nuca. Tenía frío. “Lila, se hace tarde” le gritó un hombre. Ella se quedó mirando mis artesanías y me pareció que abrió la boca como para hablar. Pero nada más me miró con ese aire de frases (incluso conversaciones) que quedan inconclusas; y se fue, hundiendo la mano en bolsillo otra vez.
Ese mes, pasó por mi puesto unas seis veces. Algunas, en compañía del hombre-horario que más tarde la oí llamarlo “Daniel”; otras, sola. Pero no me hablaba, solamente contemplaba los trabajos en macramé, perdiéndose entre hilos que van y vienen enredados y luego se iba, dejando un signo de interrogación en el aire, o en mis ojos.
El frío cesó, un buen día, y dejó rayos de sol tibio. Septiembre se desperezaba y la feria celebraba. Ese domingo apareció frente a mi puesto, sola; y sin dudarlo, tomó la pulserita verde y marrón y me dijo:
-Esto.
No sé, la costumbre será, que automáticamente dije “muy bien” y busqué un sobrecito de papel para guardarla. Le dije el precio y sacó un monedero tejido. Entonces la miré fijo y me animé:
-Te decidiste.
-¿Qué? -se ve que le interrumpí algún sueño o recuerdo –Ah…, sí.
-Vi que pasaste varias veces…
-Sí, sí. Priorizaba compras, no más.
Me dio la plata justa.
-Está bien, comprar sin pensar a veces trae frustraciones.
-Claro. Pero esto era necesario, no podía dejarlo pasar.
-Piola –¡¿Qué palabra es esa, Victor?! –. Bueno, ojalá valga la pena.
-Lo vale –Me sonrió -. Gracias.
-No, a vos. –(soyVictor,ungusto).
Se fue sonriendo.

17.9.12

La cosa

...y uno entonces no puede parar, no quiere parar, no sabe cómo.

La cosa es clara cuando el regreso es difuso. Cuando el regreso no es regreso y la difusión es la migraña; la cruz a cuestas, la... todo eso. Caminar un poco lejos de lo que hace mal y creer que uno se acerca a lo que está bien, a lo que apacigua y relaja los músculos. Es el vudú a la lucha, que desperezarse le lastime, le... todo eso.
La cosa es clara cuando la permanencia es difusa. Cuando la permanencia es efímera y la difusión es el llanto; la soledad y la angustia posteriores. Correr bastante cerca de lo que hace bien y creer que uno se aleja de lo que está mal, lo que desgarra y atrofia el espíritu. Es el sencillo repetido, que estar ahí lo haga durar, que se quede, que... todo eso.
Porque la cercanía de las bocas, la rareza vuelta óleo, la necesidad de adherirse y no separarse nunca más.
La cosa es clara, difusamente clara.
El día que apareciste en mi vida... se volvió un efemérides.

9.9.12

Wrong flame

Now it's time to darken here.
Settle down for a moment.
Settle...
Light up a matchstick
Loose the clothes
While the last drop slides down the curve of the spine
And the eye releases the water
the mouth releases the smoke
the hands release the movement
the vibration
the shiver
and the lips get so close.
Right when we used to forget all those issues,
right when we forgot how to dive in,
how to forgive
-if we ever knew.
Now's time to settle down here.
Darken for a moment.
Hold it
hold...
Now release.

It's not a lie.
It doesn't hurt
yet it damages.

Honey,
a warm morning blowing at the back of your neck
the spark
(back when magic meant something).
Little shadows placed in the hole
hollow-hole-whole-whore.

She said she'd be back in an hour or two.
In the meantime-
can we talk for a while?

I know I shouldn't get in between what's next for you,
I know I shouldn't get through this place,
I know tomorrow we'll be on fire
as we never spoke, you see.
They waited like I did.
For too long.

She said she'd be back,
that's what she said.
You believed her
but perhaps
that's not what she meant.

8.9.12

XVII (Final)

Era cuasi fantástico el dejar llover las cosas (lo que él y yo considerábamos todo) por medio de cauces humanos, naturales. Hacía tiempo que no filosofaba sobre esas idioteces de qué loco, que tenga que ser así, ¿por qué no procrear y satisfacer la libido pellizcándonos el lóbulo de la oreja reiteradas veces? El morbo era colosal, en esa etapa adolescente mía, era la más morbosa. Y todo eso ya había pasado, con noviecitos viejos pasados-pisados. Era cuasi enfermizo vernos rodar, revolcándonos entre indumentaria de colores propios de la bohemia, porque Xiu siempre había sido un bohemio. La piel estirándose de los huesos de los codos se volvieron un entretenimiento a mi tacto, pero la escena ya era bastante decadente. Opté por ser yo quien se levante primero, y me vestí, lenta o rápidamente, no me acuerdo. Xiu cerró los ojos como para quedarse dormido. Le vi la nuez quieta un momento y retomar la cadencia de la respiración. Qué sé yo, me había enamorado hace rato, la fibra de los brazos fue el detonante, la fibra o los numerosos hilos de colores que le colgaban del cuello, las pulseras o el mismo caos. Entender, de una vez por todas, lo difícil que era volver a caer... volver a levantarse, en realidad. Porque el empujón lo di yo sola, sí, pero para eso siempre se tiene ayuda extra. Y conociéndolo a Xiu, señorito hábil en la maldad; el impertinente forro que va y viene, efímero como él solo, era claro que me iba a ayudar. De mí no quedaba más que una silueta perdida en el hueco del horno, ese fósforo que se arroja una vez usado. De mí no quedaba más que apreciar la imagen de Xiu dormido sobre la ropa y afirmar (y reafirmar, y reafirmar) que él, nunca sería mío.
Me dediqué a inspeccionar más el lugar. Encontrar corpiños de Wykkë, ¿por qué no?, ver si sus cuchillos tienen filo y si los vasos son todos diferentes; buscar fotos, leer algún papel que encuentre por ahí, chequear que en el baño haya bidet y ver si tiene una ducha o una bañera. Esperaba mucha humedad, eso sí. Humedad y polvillo, polvillo y grasa, grasa y etcétera. Revisé la heladera: vino, sidra y restos de comida comprada. Mayonesa, agua en botellitas de gaseosa. Chocolates a medio terminar. Revisé el cuarto: el sommier y la base sin patas, la ausencia de sábanas y telas superpuestas. Más ropa. Cajas. Diarios apilados. Y sí, rastros de Wykkë: un perfume, aros artesanales, algunas polleras largas. No quise indagar más. La tortura en ese caso era un beneficio para los dos: yo me asquearía y me iría. Él podría vivir tranquilo. Enfilé para volver a la montaña textil y seguir contemplándolo dormido. En el marco de la puerta, estaba Xiu, un brazo estirado encorvándole el torso. Costillas visibles.
-Creo que deberías irte, ya.
-Afuera llueve.
-¿Y?
-La otra vez también llovió.
-¿Y?
-Tu crueldad me importa poco, Xiu. Vos no estudiaste para ser hijodeputa. Vos no te encaminaste en una vida trillada... y tampoco fuera de lo común, no me malinterpretes. Vos hacés y deshacés como el tiempo transcurra, como los espacios cambien y como tus manos alcancen a agarrar lo puedan y tus pies te lleven a donde puedan. Es así.
-¿Recién ahora te percataste de eso?
-No, simplemente lo exterioricé.
-Está mal, eso.
-No me interpongo en nada, no sigo tus reglas tampoco. Vos hacés de esto un juego, para no sufrir. El caos te está pellizcando por todas partes y lo sabés, ya se infiltró en tus células, en la superficie cutánea, en tu cerebro y por ende en tus ideas. Ya está adentro tuyo. Lo sabés. Lo sabés tan bien que te fabricaste el mecanismo que confunde a los demás y te confunde a vos, haciendo creer que todo está allá afuera. Que todo tiene una salida de emergencia al costado, bajando un túnel, pegando un saltito. Y te escurrís y desaparecés y acá no pasó nada.
-Es que acá no pasa nada. No te traje para que me analices.
-No me trajiste a ningún lado, Xiu. De todas formas... me dijiste que te gustaba eso.
-Sí, te hace linda. Pero te quemás demasiado rápido, hacelo menos seguido conmigo. Todas esas cosas yo ya las sé, y sé que vos no sos ninguna boluda, Úrsula. La diferencia entre nosotros, es que yo me doy lugar a la intermitencia porque puedo, porque no me afecta.
-No dejás que te afecte. Pero lo hace igual. Es eso, la salida de emergencia.
-¿Qué te hace pensar que me afecta?
-De alguna forma, volviste.
-Vos me dejás volver. Y ahora, si quiero, te puedo echar.
-Y si yo te creo, y lo acepto, no lo vas a hacer.
-No.
-Dejá, me voy yo sola.
No dijo nada, me puse la camisa de Patricio, empecé a bajar las escaleras. Me siguió. Abrió la puerta.
-Mi novia vuelve en dos días.
-Ajá.
-Te encanta ese dato.
-No tanto como quisieras.
Me fui. Me fui a mi casa. Decidí volver a lo que en verdad no extrañaba, pero de lo que hace rato me había alejado. Mi casa. Mis días, mis paredes, mi cama, mi propia cabeza. Paula, Mamá, Lautaro. ¿Cuánto tiempo había pasado? Ni siquiera era el día siguiente, ni siquiera era domingo todavía. Por qué no recordar a Miranda también, Cristian, Ariel y por último a Patricio.
Pero no (eventualmente, sí).
En lugar de volver, en lugar de retomar lo que nunca quise del todo (lo que yo consideraba todo), me quedé sentada en uno de los bancos de la plaza. Me senté y vi el día desperezarse. Me agarró muchísimo frío, en la calle llovía. Y hasta en mi propia mente llovía. En eso, en el... corazón, que le dicen. Si alguien realmente se preocupara por mí, y esto no fuera real, aparecería y yo no lo conocería, pero mi vida sería una maravilla. De todos modos, ¿qué era una maravilla? ¿Vivir felizporsiempre? ¿Esa gilada? Quería dormir, dormir sola; mi cuerpo y nadie/nada más. Quería llegar a mi casa y que todo se arregle. Mi cabeza iba a explotar, lo único en que pensaba era: no quiero, no quiero, quiero que desaparezcas y ya no seas nada. Y yo no te recuerde, que todo sea absoluto, la verdad, los sentimientos, todas esas cosas de las que carezco y me encantaría tener. La voluntad, la inteligencia, la... la felicidad. Pero ya me estaba yendo al carajo. A eso de las seis de la mañana, fui a tomarme el colectivo.
Y volví a casa.
Sabiendo, sabiendo muy bien que ese domingo la efervescencia de mi cabeza cesaría y yo... lo iría a buscar a Xiu. O a Patricio. O a Ariel.
Porque sí, porque la vida misma. Porque Úrsula, porque yo...
Porque el amor. Porque el no amor. Porque todo.