8.7.10

Y que te pise un 87

Imagínense lo cordial que es ver el mar desde otro ángulo,
desde el subsuelo de los arrecifes.
La catarsis no sirvió,
no fue útil (no, no, no).
How strange... how fascinating. Such a beautiful day.
Creo que mis neuronas ya no son.
Sino medusas, que se esparcen de lo natural,
para saltar a lo sobre-
y caminar por playitas llenas de sol.
Un sol que queme,
¿sentís el ardor?
Pensar que están tan lejos,
tan lejos de lo que fue algo-así como un suspiro, mientras pasaba el tren.
Y las conclusiones, en el sigilo de la plena (y puta) noche...
Cuán vano es escribir si ya no sufre.
Mi verborragia pesa mil kilos,
arranca flores en vez de plantarlas.
Se me alejan deslizándose por plataformas arenosas.
¿Qué vas a hacer, Juan Pablo?
Una locura que no corre a los bordes,
los esquiva, se queda adentro.
Mi verborragia no suena, no más.
Las ventanas se cierran, el pantano se calla, se queda.
Ideas-algas que alimentan el estupor,
de no ser única en el mundo,
de no ser brillante a la hora de sentarme acá y soñar un poco.
Por eso, como por quinta vez, o menos, o más,
ya no sé.

Te dejo, blog. Hasta el próximo encuentro. Adieu.

7.7.10

181 equivale a "Chau"

Buenas tardes, chau.
Hola, chau (Maziu).
Qué tal, chau.
Buenos días, chau.
"Buenas noches", y encendió el farol.
Chau.
Mirá qué looooco... chau.
Hola, ¿vos sos Rodolfo?
-No.
-Bueno chau.
Mirá que hay gente rara eh... -bueno, está bien, chau.
No te quiero, chau.
Te quiero, te amo, tea-mo-te-amo-team-o, chau.
Me cansás, chau.
Me encantás, chau.
Lavate el cerebro, chau.
"Que se me pase y chau."
Me voy, chau.
Me quedo, chau.
Me-- chau.
¿Querés decirme algo? -Sí, chau.
Necesito gritarte al oído; en mis ojos, tus labios; en mis manos, la palabra: CHAU.
Metete el saludo en el culo, chau.
Porque ahora es para siempre, ¿entendés?
¿Te estoy hablando?
¿Estoy hablando?
"Did I just say that? Or I just thought it...?"
Chau, chau, chau.
Chau chau adiós ♫
Si te quisiera ver, te diría chau, porque ahora te estoy viendo, pero te
quiero ver.
Ahora es para siempre,
aunque no te esté hablando,
aunque no esté hablando.
Ahora es para siempre,
ahora es cuando,
ahora es CHAU.

3.7.10

Leer

Carta poetiza a mi Gigoló Guido:

Acá hay una librería. Venden ejemplares a un precio cálido;
A veces me siento en un banco de plaza a degustar las diferencias cualitativas de la suerte. Después miro dentro del localsucho y veo todo:
Dos dedos chasquean, a la bolsa y clin-caja. Te recuestan en un lecho de billetes falsos. Te llevan a catedrales, convenciéndote de que todo ese oro merece un fin. Y te fabrican palos y plásticos dañinos. Una palabra sale de una boca y entra en otra. Acá no pasó nada, sigue corriente. Electricidad de los caramelos ácidos.
Vampirismo que danza a la luz de la luna,
Desnudo,
Meciéndose en capas rojas y negras.
Si nos vieras, Gigo, si nos vieras riendo…
El revuelo que se armaría por nuestra culpa.
Verás, todo es muy insensato aquí.
Todos dicen ser honestos mientras cruzan los dedos frente a tus ojos;
Hasta el pelo se les cruza, es increíble.
Oigo a una señora llamar a la mesa a nueve chiquillos, casi una decena, Gigo.
A veces te dicen “Jigou”, ¿no?
Por allá todo es distinto,
No tan cálido como acá.
Hace un rato eran las diez y trece minutos, ahora son y diecinueve.
Seis minutos diciéndote que una vieja gorda tiene nueve hijos.
No sabés lo que extraño la frialdad de la York Nueva, la voz de Thom (de apellido anonadadamente ajustado a ese lugar) me da ganas de estirar los brazos y alcanzarlo, alcanzarte, Guido.
¿Cómo andan las minitas? ¿Fácil el laburo?
Acá todo es complicado, me piden que haga trucos, que me retuerza hacia atrás, que pase mis piernas por delante de mis hombros, que sepa esconder la guita, qué sé yo. Quizá nunca entiendas lo que es la vida mágica que estoy llevando. Porque de ‘mágica’ tiene muy poco, solamente cuando saboreo los caramelos ácidos. Tu recuerdo es muy vívido en esos momentos, te aparecés, todo vestido de tu propia piel (no como Dios de trajo al mundo, porque dios no te trajo al mundo), con una bufanda cruzándote el cuello y en posición de César glorioso.
Qué diría Dafne de todo esto…
Acá trabajo con un chico que le dicen Estambul; nació allá y vivió por mucho tiempo, hasta que un día, su madre murió de un paro mientras tomaba agua tónica. Estambul no quiso volver a ese lugar –que dijo, es horroroso –y se tomó el primer crucerito de morondanga que encontró y partió. Llegó acá cuando tenía 25, o sea que vive acá hace cuatro años (o más, o menos; ese día me lo contó con caramelos, no me acuerdo). Después están Lili y Púa, dos primas equilibristas de no-sé-dónde. Ah, y los adorables Pucho, Cacho y Macho. Son unos trillizos simpatiquísimos. Algún día, cuando te empiece a llenar de postales, posiblemente te envíe una fotografía de todos. Somos bastantes. Estambul es el líder, nos lleva a todos lados, hace semáforo y se gana sus mangos, se para en zancos y saluda a los nenes desde arriba, mientras las madres le sonríen y sueñan con acostarse con él, envidiosas de no tener un marido tan alto y viril como lo es Estambul. Creyendo convertir su sueño en realidad, le tiran unos pesos y le hacen ojitos. Jamás pensé que a sus espectáculos asistieran viejas tan babosas.
También está Cobayo (no me preguntes por qué le dicen así, es una historia novelesca muy larga), hace muchas cosas con los dientes y con la lengua. Lili dice que está loco y que nunca lo besaría, por miedo a que su cavidad bucal fuera alienígena. Aunque yo los vi apretando en un sillón una noche en que me ofrecieron caramelos y les dije que no. En fin…
Hace seis meses que no veo televisión, me resulta extraño pensar en esa caja negra. También me resulta extraño que no estés acá, encadenado a tu New York del orto que me fascina y me hace salivar hasta mojarme la ropa. Estoy usando mucha ropa diferente, Púa la confecciona, tiene una mano con la costura que es una maravilla. Ella me dice que tengo que mostrar las tetas un poco más, pero yo sé que es solamente una excusa para verlas sin sentir culpa, porque me confesó, una noche de dulce o truco, que estaba enamorada de mí. Yo no quise amputarle las esperanzas y le di un beso, y me dejé manosear un poco, con respeto. Púa me dijo, balanceándose entre mis piernas, que hacía mucho que no se sentía así; nunca supe qué me quiso decir con “así”, pero cerré los ojos e incliné mi cabeza para atrás. Después de ahí, no recuerdo más nada, sólo que me desperté en la puerta del departamento.
Tengo una historia tan larga para contarte, Guido, Mi Guidito de colores urbanos, vestido de luces y edificios metálicos; Mi Gigoló que se revuelca con extrañas y les saca la plata. Nunca voy a encontrar un papel lo suficientemente grande como para escribir ahí lo mucho que te amo, Guidín.
Algún día que andes por Hollywood, pasate por México y dale derechito hasta la Argentina, che, que te extraño a rabiar.
Tuya, tuya tuyita, Tunuyán.

Eureka.

Volver para vomitar despedidas

"Ay dios..." dije apenas me senté en la silla. Es increíble lo mucho que se degrada la histeria apenas te levantás. La inflexible alegría de presionar la tecla V o la F sin ningún escrúpulo. El infinito regocijo de terminar un libro sabiendo que sin embargo, continúa. La curiosidad saciada luego de consultar al 'cementerio'. Me amigué con él, de vez en cuando me da un par de disgustos, pero puede decirse que vamos -casi- de la mano. Sigo: El glorioso momento en el que las luces se apagan, escuchás respiraciones o toses y empieza la pista inicial, que luego de disminuir su volumen, te dice que tenés que entrar. Empiezan las desinhibiciones, la pérdida de memoria para lo que era la timidez y dejás que todos se rían o lloren o al menos sientan lo que estás haciendo. Creo que de no haber hecho eso desde un principio, nunca me hubiera dado cuenta de lo mucho que me fascina hacer esto, la completa liberación que no roza el histrionismo, el goce de risas y gritos y saltos y movimientos sincronizados. Y también, escabullirse entre las sábanas y las frazadas con el libraco en las manos y rozar la tapa con los dedos... "Julio COR-TÁ-ZAR -Rayuela-" abrir donde indica el señalador, capítulo 56, *** equivale a Fin. '¡Qué increíble!' se cruza por la cabeza. 'Sigamos'.
Y tengo cosas para regalar, hace varios días, mientas escuchaba bodysnatchers y the tourist, surgieron 5 (cinco) poemitas. Había emezado a escribir uno, pero se me resbaló de la mano lírica, se me fue a la carta, una carta extensa. De un txt pasé a otro, y de eso, a un word. De un word acá, pasé a un word desesperado en la notebook de arriba, sabiendo que es inútil escribir ahí, sabiendo que no lo puedo imprimir ahí, ni mucho menos pasarlo acá. Pero es el refugio de las ideas, desmesurada y aterciopeladamente atolondradas. Qué sé yo... Duke quiso comprar el chimpancé, ¿por qué no puedo dibujar una historia allá, topándome con la sabiduría inalcanzable? Es más, ya mismo consigo un pen drive para traspasarlo a esta PC. Ya mismo.
Uf, el teatro argentino, el peronismo, el dos. Resumo: my days.
Leer.