20.11.11

Orgullo

Júpiter se ríe de la insignificancia de la Luna.
-¿Cómo hacés para adquirir importancia en la vida de los habitantes de la Tierra?
-No sé, debe ser que soy bonita; porque muchos poetas acuden a mí.
-Debe ser que sos bastante putita. Te exhibís, y de esa forma es inevitable verte.
-No, no es así. Los poetas no van a eso.
-¿Y con qué les ayudás?
-Con mi imagen.
-No te conocen en absoluto.
-¿Y vos conocés a los sesenta y tres que te rodean? ¿Conocés al menos a Ganímedes, a Europa o a Calisto?
-No es necesario conocerlos.
-Entonces, ¿es necesario conocerme?
-Los poetas acuden a una imagen incompleta.
-Mejor así.
-Por supuesto, de lo contrario no te necesitarían más. ¿Para qué plasmar una silueta vacía, cuyo costado está vacío, pendiente, lejano...?
-¿Para qué hablar con un planeta con desinterés en sus propias mascotas? ¿Para qué perder el tiempo? Mejor voy a charlar con Fobos.
-Está ocupado.
-Con Deimos entonces.
-No, esperá...
-¿Qué?
-Los poetas... ¿te hacen bien?
-Por supuesto. Yo los ayudo a escribir los versos más lindos o los más tristes. Sin la necesidad de mencionarme. Solamente con el hecho de verme. Es recíproco.
-¿Y qué pasaría si...? No, dejá.
-¿Qué? Decime.
-¿Qué pasaría si yo te dijera... que soy un poeta; y que tu imagen, por más indefinida, por más... bipolar que fuera... a mí me hace bien?
-¿Qué pasaría?
-Sí.
-Me reiría, creo. Un poco.
-Ah...
-Voy a hablar con Deimos.

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