26.5.12

¿Qué es esto? -No sé (III)

Lo agarré y lo dejé en una repisa, al lado del teléfono. Me cambié la ropa, algo más coherente. Mamá llegó con Lautaro y una bolsa de nylon verde. Me metió charla, yo pensaba en el sobre. Lautaro desplegó revistitas de crucigramas en la mesa, yo pensaba en el sobre. El sobre seguramente pensaba en mí, también; tan inmóvil, tan liso...
-¿Querés que sirva los sanguchitos en un plato, o...? -Me levanté-¿Tenés un platito para poner esto? -Fui hasta la cocina, llevé un plato hasta la mesa -. Porque yo pensé, "compro algunos de más así ya te sobran para la noche", total los calentás en el microondas y listo... Viste que los domingos no hay muchas ganas de cocinar...
-Claro... -dejá de ser tan madre, mamá- igual, creo que sobraron algunos fideos que cocinó Paula.
-Ah cierto, Paula, ¿en qué anda? ¿salió?
-Sí, fue a... -inventá algo, Úrsula -a... Plaza Italia, creo que me dijo- (si le digo que no la veo desde ayer a la mañana, todo se vuelve oscuro).
El resto del mediodía fue igual: ayudando a Lautaro con los crucigramas, hablando con mamá de cosas banales "Chau, hija, cuidate. Llamame en la semana."

Diario: 17 de junio
"No quiero llamar a Ariel. No quiero acordarme más esa escena de la película berreta, porque esa escena nunca existió. Necesidad del hombre de cerrar el círculo, de darle un fin a las cosas, de terminar los ciclos. No quiero que el diálogo con Ariel se me haga necesario, pero tengo tantos chistes en mente, tantas caricias que no sirven sobre objetos o sobre mí misma... El sobre... no... el sueño."

"El sobre..." Me desperté.
Ese lunes me acuerdo que corrí en piyama hasta la repisa del teléfono. Agarré el sobre. Lo abrí sin romper nada. Adentro había un papel arrugado, una hoja amarilla de cuaderno anillado arrancada y garabateada.

"Úrsula...
¿Qué hacés? Nena, ¿qué hacés? ¿Cómo estás? No hay más alcohol acá. No hay videos, se me jodieron todos los VHS. Voy a buscar vino al supermercado. Ya vengo.
Nena, Úrsula, digo: ¿tenés tanto frío como yo? No, quiero decir, capaz estás con un macho. ¿Tenés macho? ¿Tenés un Luigi Bosca? No me respondiste, ¿tenés frío? 
...me acordé de eso porque extraño tus rodillas, siempre tan congeladas. Me acordé de eso y mucho más.

Ahora ya sabés, yo alguna vez fui tu macho.

Úrsula, nena, leé ese "nena" con sensualidad, eh, pensalo. Porque viste, esto es otra onda, otros años. Yo, mirá, no sé, te quiero. Todavía. Y nada sirve, porque acá se me jodieron los VHS. Menos mal que conseguí un tinto. No, digo, vos capaz... estás en otra.
Pero si tenés frío, contestame. Por favor.
Daría muchas cosas, hasta el Malbec que escondo, por entibiarte las rodillas. Vos sabés... Y hace mucho que no nos vemos, ¿no? ya no me acuerdo cuándo me puteaste por última vez. Ni qué me dijiste... ¿habrá sido 'hijo de puta', o 'imbécil'? (a vos te gusta acentuar bien esa E). ¿Ves? Te extraño. Esto es un western sin retorno, nena.
Decime, ¿te parece si...?
Volvamos. Por favor.
Cruzá tus piernas por las mías, Úrsula. Dejame convidarte la copa y la boca; que mientras yo mire las vigas del techo, se aparezca tu cara bien cerca y yo me dé cuenta de que estás encima mío. Y hunda mi boca en la tuya, te agarre de la cintura, te saque ese pulóver que usás vos, ese azul; esa pollera verde y las medias naranjas, ridícula de mierda, yo te quiero tanto.

Estoy borracho.
Patricio."

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