21.12.14

bueno

El día que nos arruinamos la infancia, que me revolví el pelo y cayeron diez kilos de caspa; y nos hicimos pequeñitos para meternos en un mundo de humedad, atrás de nuestras madres. El día que culparon a Un Tercero y nos causó gracia porque nosotros nos escondimos abajo de un almohadón para hurgarnos la nariz mutuamente mientras el bla imperativo nos rebotaba y le llegaba a Un Tercero que sollozaba, qué congoja pobrecito, le pedimos perdón en un mensaje de texto que no le llegó. Pero la intención estuvo, ey. El día que explotaron las venitas de tu oreja y tuvimos que correr a congelar mis pollos. Siete cuadras. "La noche que-" es también el segundo plano, atrás de los sánguches. Atrás de nuestros padres. El día que nos metimos en un sobre para viajar a Algúnlugar de Europa y no supimos cómo volver del mármol. El día que te extrañé porque yo estaba despierta y vos dormías en las manos de otra estatua, quieto lindo y espasmódico, semi limpio, había llovido. Y el viento nos trajo comida. El día que quise hacer que tu vida sea más fácil, llena de sís y nos y verde azul rojo y amarillo; el día que no quise hacer nada. El día que ya fue, no importa. El día que se me escapó una sonrisita y lo más parecido a un ruido gutural, y me hice pequeñita para meterme en un mundo de bolsillos. Todas las marcas. El día que un teléfono público nos indicó cómo ir a tener suerte y doblamos al revés, dejando un beso en los ladrillos. Mirá eso, qué bonito. El día que nos fraccionamos. Llegamos a ser catorce, o quinientas quince piezas. Que encastraban re bien.

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