8.7.10

Y que te pise un 87

Imagínense lo cordial que es ver el mar desde otro ángulo,
desde el subsuelo de los arrecifes.
La catarsis no sirvió,
no fue útil (no, no, no).
How strange... how fascinating. Such a beautiful day.
Creo que mis neuronas ya no son.
Sino medusas, que se esparcen de lo natural,
para saltar a lo sobre-
y caminar por playitas llenas de sol.
Un sol que queme,
¿sentís el ardor?
Pensar que están tan lejos,
tan lejos de lo que fue algo-así como un suspiro, mientras pasaba el tren.
Y las conclusiones, en el sigilo de la plena (y puta) noche...
Cuán vano es escribir si ya no sufre.
Mi verborragia pesa mil kilos,
arranca flores en vez de plantarlas.
Se me alejan deslizándose por plataformas arenosas.
¿Qué vas a hacer, Juan Pablo?
Una locura que no corre a los bordes,
los esquiva, se queda adentro.
Mi verborragia no suena, no más.
Las ventanas se cierran, el pantano se calla, se queda.
Ideas-algas que alimentan el estupor,
de no ser única en el mundo,
de no ser brillante a la hora de sentarme acá y soñar un poco.
Por eso, como por quinta vez, o menos, o más,
ya no sé.

Te dejo, blog. Hasta el próximo encuentro. Adieu.

2 comentarios:

  1. La tinta, solía tener el filo de cien cuchillos...

    Lindo tu blog.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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lo que sea que vayas a decir, gracias.