31.7.11

40

Desde lejos, las voces provienen del cuarto:
-Es complicado, sabés...
-Explicame.
-¿Me ibas a decir algo, Ana?
-Estaba por decirte, ¿viste que tengo un lunar en la mano?
-No. ¿En qué parte de la mano?
-Acá, en la palma, justo entre el dedo mayor y el anular.
-Ah... no, no lo había visto ¿a qué viene tu lunar?
-Al sentido de la vida. ¿No te pasa a veces que te sentís un punto insignificante entre gigantes?
-Ese no es el sentido de la vida.
-No, claro que no. Pero, ¿nunca te pasó?
-Sí, qué sé yo.
-Duele, ¿viste?
-Y... eso depende de cada uno, creo.
-Sí...-los ojos, lejos- Tomi...
-¿Qué?
-¿Cuánta importancia le das a los sueños?
-No mucha, depende qué haya soñado.
-Yo soñé con vos, la otra vez.
-Ah, ¿sí? -(Ajám)- ¿Y qué soñaste?
-Estabas sentado en una cornisa. Yo te veía desde la puerta de la terraza. Diste vuelta la cabeza, te reíste y te tiraste para atrás. Tu espalda dio con el piso de la terraza. Estiraste los brazos, seguías riéndote. Moviste los dedos, como llamándome. Me acerqué, viste cómo son los sueños, muy lentamente.
-¿Y qué pasó?
-Posición fetal al lado tuyo. Un viento frío y la noche, cayendo.
-Qué sueño raro. Lindo, pero raro.
-Entonces la palabra es "estrafalario".
-Puede ser.
-Ah, y me diste un beso.
-¿En el sueño?
-Ajám. No sé por qué pero no parabas de reírte. A mí me dabas frío. Quería que te levantaras, que vayamos adentro, que te pongas una campera, no sé. Pero no nos movimos.
-¿Por qué?
-Porque estábamos tan bien así.
-¿Como ahora?
-Ajá.
-Hmm... vos sos un sueño. Lo somos los dos.
-Ajám.

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