13.5.12

¿Qué es esto? -No sé (II)

-Dale, Ariel, ayudame, buscame la bota, tiene que estar por ahí...
-Es domingo, nena, ¿qué te pasa?
-¡Alcanzame la bota!
Me vestí rápidamente sin darle explicaciones. Ariel me perseguía por todos los cuartos preguntándome cosas y riéndose de mi cara, de mi pelo... Domingo por la mañana. Me introduje una gota de dentífrico en la boca, buches de agua y escupí.
-Preciosa -bromeó él.
-Morite.
Le di un beso en la puerta y caminé apurada por el pasillo. Me peiné en el trayecto del ascensor. Hacía más frío que la noche anterior. No sé por qué, lo que más se repetía en mi cabeza era una escena de la película berreta. "Vuelan 3 aeroplanos alineados que se dividen hacia el Norte, el Noreste y el Noroeste del campo. Reneé los mira perderse en el cielo con aires de tristeza. Agita el brazo y saluda al horizonte... 'Fin'. Dirigida por..."
La calle me abofeteó con ruidos de autos y tacos sobre la calle húmeda. Respiré demasiado hasta llegar a mi casa. No pude evitar ir caminando, la mañana era enamoradiza. El desorden me dio la bienvenida: otra noche que Paula pasó fuera de casa. Pero cenó, había un plato con salsa en la cocina. Ella y el vino, ella y el vino... Los desastres, la ropa en montañas en el rincón sudeste del cuarto. Abrí un poco las ventanas, creo que no apareció un murciélago y le puse Tobías porque el microclima de mi casa no es el apropiado. De todas formas, el gato que alguna vez Paula y yo tuvimos de mascota, también se llamaba Tobías. Y mi ex novio también.
Llegué con dos horas de anticipación al llamado telefónico de mi madre.
-Ursu, ¿estás en casa?-("No, mi teléfono inalámbrico tiene gran alcance, estoy en el supermercado de acá, en la esquina...")-Mirá, pensábamos en ir a visitarte un ratito, si querés llevo sanguchitos. -("No mamá, no quiero que vengas, este lugar es un lío, vas a pensar que ya no me alimento y que me vendí a alguna secta y que ya no soy humana y que...")-Tu hermano te extraña, hija.
-Bueno, dejame que limpio un poco y vénganse a almorzar.
Y corrí a guardar la ropa en una gran bolsa de consorcio, a guardar la bolsa en un costado del placard, a ordenar el placard para que las puertas cierren correctamente y a levantar las cajas del suelo para barrer. El baño estaba impecable, cambié la toalla de mano nada más.
No fue sino hasta que acomodé las sillas que descubrí un sobre a un costado de la puerta de entrada, contra el frío zócalo verde, un sobre papel madera.