4.7.12

X

Y cayó la noche nomás. Y el frío nos inundó la ropa. Vi a Xiu frotarse las manos, le vi las uñas comidas y rodeadas de mugre, de tierra, de transpiración, no sé. Soltó una risita y omitió la pregunta, miró al costado. No le gusté tanto. Pero de todas formas, quería estar con él. Y quería que llueva, que el agua le lave las manos sucias y que nos escondamos bajo una marquesina blanca, con una luz titilante de algún almacén. El cielo estaba nublado y olía a humedad, ergo, mi deseo podía cumplirse. No le corrí la vista de encima.
-¿Te vas para tu casa? -interrumpió.
-Debería.
-¿Vivís lejos?
-No, soy del barrio de allá. Diez minutos de bondi.
-Me parece que se va a largar con todo. -se levantó, se sacó la máscara, la guardó la mochila y se la cargó en la espalda. Se acomodó la ropa.
-¿Te vas?
-Sí, hoy no está para refugiarse en el tobogán.
-¿Vas caminando?
-Sí, es acá nomás.
-Te acompaño.
-Caballerosa, Úrsula -hizo una reverencia.
-Siempre -le respondí con la cabeza.
-Bueno, por acá.
Cruzamos la plaza y caminamos por el medio de la calle. Ahí empezó a canturrear de nuevo, en voz bajita, interrumpido por silbidos y farfullas. No sabía si meterle charla. No sabía si arrepentirme y saludarlo ahí nomás. No sabía si abalanzarme y darle un beso. No sabía nada. Entonces decidí sentirme un fantasma al lado suyo y a otra cosa. Caminamos así por dos cuadras. A la mitad de la tercera se detuvo frente a una puerta metálica y azul, con algunos graffitis pequeños. Al costado había un terreno baldío, lo que pareció ser en algún momento una fábrica, o depósito de algo. Vi bolsas de basura amontonadas y vasos descartables de comida chatarra desparramados en el piso húmedo. Se quedó frente a la puerta y me dijo:
-Bueno, acá es. Bah, es arriba. -Señaló al cielo. Se apoyó en la puerta con las manos detrás y volvió a entornar los ojos.
-Bien -empecé -, bueno, entonces nos vemos algún otro día.
-Sí -puso una mano en mi hombro -mañana a la mañana, por ejemplo.
Me tomó del brazo y me hizo subir una escalera caracol interminable. Al final, llegamos a un piso alfombrado. Se estiró para prender la luz. Ante mis ojos se extendió un cuarto relativamente grande, lleno de cosas. Y esas cosas equivalían a bibliotecas, sillones estropeados, cajas embaladas, un set de batería, bolsas de consorcio llenas, pilas de diarios, libros viejos y revistas de crucigramas; todo decorado con montañas de ropa y objetos de cotillón repartidos entre vasos con restos de bebidas sobre la mesa. Se había trepado a un banquito de madera para alcanzar el interruptor. Se bajó, se sacó la mochila, la revoleó por ahí y lo mismo hizo con la campera. Retomó el canturreo con silbidos intermedios y avanzó entre los obstáculos del caos. Se dio vuelta rápido. Yo seguía sin decir una palabra.
-Sentate, ¿querés tomar algo?
-Sí, agua. -La voz tardó en salir.
-Vamos, algo más arriba.
Desapareció por una puerta que estaba a su derecha. Se prendió una luz blanca. Escuché ruido a botellas. Avancé unos pasos. No sabía dónde sentarme, todo estaba lleno de ropa y papeles. Pero si él me había dicho que me sentara, entonces debía correr algo de lugar. O sentarme encima de la ropa. Divisé una mesita cuadrada y dos sillas. Me senté y lo esperé. Afuera se largó la lluvia. Reflexioné: Xiu quizás quería emborracharme Xiu quizás quería pasar un buen rato Xiu quizás quiere contarme la historia de su vida Xiu quizás es un traficante de órganos y me va a descuartizar y guardar en las heladeras que tiene en el sótano ¿Tiene sótano? No sé frente a la tele hay tres televisores viejos las manos siempre están llenas de mugre y es hermoso tiene un par de ojos lluvia y está afeitado y la cabeza rapada la piel medio pálida y un pantalón de gabardina negro sostenido por un cinturón marrón acá hace bastante calor me pregunto si es por la luz o tiene calefacción o soy yo que ya nos imagino tirados en el piso con la ropa amontonada y las copas cerca de la cabeza.
Apareció con dos vasos de vidrio verdes en las manos. Se me acercó. Me dio el vaso.
-¿No tenés calor?
Claro, él con su remerita de The Cure, comodísimo. Le sonreí. Me saqué el montgomery, no estaba segura de lo que tenía abajo, algún pulóver blanco. Le di un sorbo al vaso. Era vino blanco. Le di otro sorbo. Lluvia torrencial golpeando el techo y las ventanas. Xiu con las manos en la cintura mirando la nada. No podía correr la vista de sus uñas pequeñas y mugrosas, le vi tatuajes zonzos en los brazos, los brazos flacos, los codos huesodos. El pantalón se le caía de todas formas, por más cinturón que hubiera. Era muy flaco. Seguro vivía a golosinas y sidra. Se fue para un mueble, abrió un cajón. Al rato apareció con un faso en la mano. Me ofreció. Tres pitadas al hilo. Lluvia filtrándose por el techo y cayendo a un tupper. Tres él, tres yo, tres él, dos yo, se terrr-minó. Puso música. Música, algo que sonaba como freak folk, una minita cantando, como si estuviera en el borde de la ventana, cantando. Y afuera la lluvia golpeándole los pies descalzos. Los ojos se movieron lentamente para todos lados, las pantallas grises de los televisores, la ventana entreabierta, el balcón, la luz de la cocina titilando, las sombras que creaban nuestras cabezas. La música se corporizó y al poco tiempo lo vi a Xiu sentado en el banquito de la batería acompañando, despacio, a un bajo volumen. Un escalofrío me caminó por la espalda, se mandó tremendo pique desde la nuca hasta el sacro, yo quería más vino, quería sacarme la ropa, quería que se pierda en la montaña del rincón noroeste. Giré la cabeza y me levanté. Fui hasta él, que justo había tirado la cabeza para atrás, la apoyó en mi abdomen y le acaricié la cara con ambas manos. Se dio vuelta lenta-rápidamente. Me agaché. Me quedé de rodillas a la misma altura que él. Lo tomé de la mandíbula. Una mano se animó a apretar la piel de la nuca, jugar entre el contraste pelo rapado/cuello y después entre las vértebras cervicales. Él se entretuvo en la cintura y las costillas. Jugar con el contraste lana/piel tibia. Las bocas se nos unieron-hundieron y así, remerita de The Cure al carajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

lo que sea que vayas a decir, gracias.