23.8.12

XVI

Me encantó caminar de esa manera, a esa hora, por ese barrio. Muchas veces pensé en volver y llevarme a Patricio porque un poco lo extrañaba y otro poco no. Él había sido bastante forro conmigo, o yo con él, ya no me acuerdo. Capaz éramos tan perfectos el uno para el otro que eso no nos aseguraba estar juntos. Demasiada pareja hace que las cosas se desmoronen y pierdan la gracia y de hecho, eso fue lo que me pasó con él, cada vez que volvíamos a estar juntos... caía en la cuenta de que todo iba a ser igual y demasiado perfecto, al punto de volverse enfermizo. Y ojo, siempre me gustó la movida, pero ya era hora de naufragar por otras aguas: transpiración, sangre, lágrimas y fluidos varios en este arroyo. Y yo ya estaba descalza, el vestido ya era demasiado pesado. Entonces, al cruzar esa avenida, imaginé que salía del arroyo y me encaminaba por el costado, sintiendo la tierra y el trébol bajo mis pies.
Fue sorpresivo ubicarme de golpe y tener dos alternativas: Si sigo derecho para allá, llego a casa. Si me mando una vueltita para el otro lado...
Porque era eso, era lo que quería por caradura y todo lo que me define. Frenesí y margaritas... una ocarina. Seguro que era Wykkë, seguro que la minita es super hippie y estaba de viaje por el norte, la Puna (o el sur). Quizás los dos se entienden bárbaro, se caminan por la espalda, juegan a cosas inventadas por ellos mismos y deben coger de una manera especial. ¿Qué hago imaginándomelos teniendo sexo? Me volví una fetichista. La noche era pueril, yo estaba lista para mandarme por la puerta de cualquier bar.
Pero volvamos, no era eso. Yo quería verlo a Xiu Peter Pan, quería naufragar por otras aguas, quería comer fruta y tomar cerveza. Quería pelar un micrófono y ponerme a cantar y pasar la gorra y con eso ahuyentarme todos los fantasmas del porvenir. ¿Del porvenir? Sí, por las dudas. Uno nunca sabe cuándo el futuro va a desnudarse los dientes y se va a mandar un tarascón al alma de manera imprudente. Porque el doggie del futuro no mide sus fuerzas. Bah, es uno mismo el doggie, creo. Es uno mismo el que se tiñe el pelo si quiere y se perfora la carne o apuesta todo al 21 rojo. Me parece que si entornamos un poco los ojos (como Xiu en pleno análisis físico) vislumbramos el caminito que -tal vez no sea el correcto- debemos tomar. Pero vislumbramos un caminito igual, y según el gusto, se verán en el horizonte postes de luz en la autopista o un pastizal o una cama. Y si nos cabe, seguimos derecho. Quizás hay alguna curva que no nos damos cuenta que está ahí y doblamos igual; pero eso no quita que sigamos con el frenesí y las margaritas. Y vamos, una vez los pies en esa superficie, la seguridad (porque creemos que hay seguridad) nos da un abrazo y los ojos vuelven al tamaño normal. El viaje es divertidísimo y el cansancio/hastío se nota cuando vemos que esos postes de luz o el pastizal o la cama no se materializan nunca, permanecen allá a lo lejos cual espejismo ingrato. Hijos de puta. Eventualmente, dejamos de creer en el destino y en viejas tarotistas. A mí me pasó en la primaria, me pasó que entendí la existencia de lo concreto y dejé de lado ciertos conceptos inventados por el hombre para apaciguar la mente o (atosigarla). Me pasó porque nada cambiaba de una forma u otra. Me pasó porque Papá se separó de Mamá y se fue a vivir con otra mujer. Qué sé yo, esas cosas que sos chico y en vez de reprimir alguna emoción, girás la tuerca y canalizás la bronca por otro lado. Y guarda, eso te hace re malo.
Úrsula, hace casi veinticinco minutos que estás parada en la esquina. Hacé algo. Toda esta nebulosa introspectiva me estaba quemando el espíritu. Era ahora o nunca. Era nunca, o ahora. Entre todos los Ahora (que me pasaban por delante del flequillo y me metían basuritas en los ojos; y así se me fueron 33.758 'Ahora'), un Nunca saldría a la luz o a la oscuridad, era de noche. Los Nunca me recorrían la columna como una gota fría. Pero de cada 100 Ahora, había medio Nunca. Medité, un par de veces más. Le pregunté a la conciencia qué tan estúpida sería si... Pero no recibí respuesta alguna. Quizás algún que otro bocinazo me sacó del duermebella. Quizás debería meterme en un zoológico y liberar a todos los animales. Porque a fin de cuentas (esto más aquello, dividido por eso, asimismo el resultado multiplicado por esto, menos algo... da por resultado...) eso era lo que yo quería hacer conmigo misma: liberarme. ¡Nebulosa introspectiva, ¿por qué mejor no me lamés suavemente la vulva?!
Me precipité a cruzar en verde y doblé, doblé y le di; y al darle, di con la plaza. Claro que yo venía del otro lado, el tobogán estaba lejos de mi vista. Entonces seguí costeando la vereda, me limpié la boca con el puño de la camisa, por las dudas. Engullí un chicle que encontré en un bolsillo y suspiré... Ahí estás... agazapado, volvió la máscara de lobo, estás fumando faso... y descalzo. Qué lindo que sos, ¿dónde estuviste toda mi vida? ¿Dónde se escondió tu figura mientras yo me hamacaba en brazos y piernas incorrectos? Bah, vos también sos incorrecto, vale aclarar. Y pensar que yo me comí a ese bomboncito. Y se regeneró, de entre las sábanas, la piel transitada por manos y bocas, el placer. Se regeneró y realmente, sos un nene, Xiu. Te dicen Peter Pan por eso, he de suponer. Te dicen Peter Pan porque no les debés haber dado un nombre concreto. No sé cómo las madres confían en vos. ¿Te las garchás a ellas también? ¿Y Wykkë qué opina de todo esto?
-Hola Xiu.
-Ey, ¿qué hacés? ¿Todo bien?
-Sí.
-Linda camisita.
-No es mía.
-¿Qué? ¿Te escapaste de casa ajena?
-Sí, pero no viene al caso. Bah, sí, pero la camisa no tiene nada que ver.
-Ah, estás siendo bastante nómade. ¿Te estás llevando algo de cada lugar que visitás? Me pregunto qué te llevarás de acá...
-Tenía pensado que si te veía, me llevaría tu calzado, pero visto y considerando que carecés de ello...
-Ah, sí, lamento informarte que alguien se te adelantó.
-¿Te robaron?
-Sí. Se los tragó mi cama.
-Hmm-me extasié-, extrañaba hablar con vos.
-Yo extrañaba el calor, ¿no te pasó?
-A veces podés ser bastante forro con la gente que te dice algo lindo.
-Extrañarme es malo, nena, pensé que ya lo sabías. Y que venías acá a cagarme a trompadas precisamente por eso.
-De nuevo, extrañaba hablar con vos.
-Yo extrañaba el calor, ¿no tuvimos esta charla, ya?
-¿Y tu prima?
-Se murió.
-Dale...
-Se fue a la casa de los tíos.
-¿Ahí estuvo antes de aparecer?
-Aunque no la veamos, ella siempre está -cantó.
-¿Vive con vos?
-Vive. Punto.
-¿La querés?
-La Sol Do Mi Re. Punto.
-Extrañarte es malísimo.
-Ahora ya fue, te vas a morir joven.
-Como pasó con Wykkë...
-Se llama Patricia.
-¿En serio? Mi ex se llama igual.
-Nah, te mentí. Ella es Wykkë. Me gusta que analices y uses la cabecita. Te hace linda. Aunque no nací para ser poeta, ergo, nada puede hacer que me gustes. Vos deberías leer el diario y desayunar temprano con vajilla de porcelana. Vos deberías casarte con un Lord y maravillarte ante su saliva noble. Deberías cepillarte los dientes ocho veces al día, porque vivirías chupándole la pija... -se rió-, bueno, lo intenté. No puedo ser poeta, siempre me voy al carajo.
-¿Querías ser un poeta para que yo te guste?
-Quería ver qué onda, pero ya te dije, no se puede.
-Y, no. Porque ya tenés una noviecita.
-Pero yo quiero estar con vos, un rato. Un buen rato.
Me sonreí.
-Y acá estamos, ¿no?
-No -permaneció serio-. Me apena decirte que todo esto no es real, es solamente parte de mi alucinación. Ahora te convertís en un caballo y te vas galopando por el medio de la calle, harto de calor. Hasta que encontrás un oso panda y te lo culeás.
-Xiu...
-¿Qué?
-¿Por qué no nos conocimos antes?
-Porque yo soy un hijo de puta.
-No, no es culpa tuya.
-Nunca dije que lo fuera.
Suspiré. Ambas manos en la cara, sosteniéndome la cabeza. Los codos en las piernas.
-Me gustás demasiado, ya.
-Una pena -se levantó -. Voy a rezar por vos.
-Bancá...
Lo agarré del brazo y lo miré fijo. El pelo prolijamente desprolijo. El cielo en nuestras manos. La noche ya sabía decir "Mamá" y gatear. Me iba a pasar por encima. Ese instante, negriazul, la inocencia que no nos caracterizaba, todo se encerró en el frasco de sus ojos. Casi para siempre en un iris grisáceo. Ese instante, juguetón, se congeló y se volvió sus brazos delgados, los tatuajes zonzos, la permanencia de la tinta bajo la epidermis. La permanencia de su presencia bajo mi piel. Ya había pasado tanto tiempo y yo perseverando. Quizás la pasó como el orto aquella vez. Yo quería averiguar tantas cosas, nada tenía sentido. Lo solté.
 -Me voy a mi casa -dijo.
-¿Te puedo acompañar?

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